Nathalie vive siempre en mi corazón

grita

Carta a Nathalie, agosto 23 de 2021.

Hoy tu batería suena fuertemente y el sonido del bombo lleva el ritmo de mi corazón. Esa misma batería que te empeñaste en comprar y que no fuí capaz de preguntarte mientras tu vida se desvanecía, ¿Qué hacer con la batería y con los otros instrumentos? Tantas preguntas que no pude hacerte y que después de ese jueves 18 de septiembre de 2008 llenaron mi corazón de culpa. Culpa por no haberme dado cuenta de la enfermedad, culpa por no haberte entendido más, culpa por no protegerte más y culpa por pedir la sedación para que descansaras de la agonía. El recuerdo de los 75 días en que la enfermedad consumía tu cuerpo, perduró por mucho tiempo en mi mente, recordaba lo doloroso de la situación, pero también el encuentro de nuestras almas por 1800 horas continuas.

Nenita, pensé que no tenía derecho a sonreír y mucho menos reír. Pasaron varios años antes de sentir la necesidad de perdonarme, entender que todo lo hecho era lo mejor que podía haber hecho en ese momento. Tus palabras vuelven a mi mente “Mami no me quiero morir porque tu te destruyes”. En ese momento sentí que no podía defraudarte, si durante los 22 años viviste intensamente, defendiste tus derechos y el de los demás, la pasión era tu mayor virtud y aceptaste la enfermedad con mucha valentía; ahora debería honrar tu vida, debería darle sentido a tu sufrimiento y al mío.

Un día decidí volver a vivir en tu honor, con pasión, con sentido y viviendo el día como si fuera el último.

Decidí ayudar a otros padres que viven este mismo dolor, decidí honrar tu memoria, y convertí mi misión, en que el mundo te conociera; que no se perdiera tu memoria. Ahora cuentas con muchos amigos en esa dimensión en la que te encuentras.

Te cuento que pude conocer al grupo Tumbacatre, el de la canción que colocabas todos los días mientras te llevaba a la Universidad, tomé cerveza con tus amigos mientras nos daban entrada la concierto. Oí en vivo la canción del chorizo, fue maravilloso grité, bailé, lloré, abracé los músicos y les conté de tu muerte.

Tu papá está siempre presente y es alcahuete a todos mis caprichos para hacer homenajes en tu honor.

Tus hermanos te recuerdan mucho y sienten que eres la energía que los hace buscar sus sueños, quieren encontrar el parecido en sus hijitos. Los niños conocen tu historia, juegan con tus cosas y los instrumentos retumban en sus visitas.

Siempre estarás presente en nuestra familia, el dolor nos ha hecho más fuertes y ese dolor ha hecho que seamos más unidos; nos ha enseñado a no desperdiciar la oportunidad de abrazarnos y de estar juntos.

Gracias hija por tu vida, por todo lo que me enseñaste incluso en tu lecho de muerte. Hoy, casi 13 años después puedo decir que mi vida cambio, vivo intensamente y no temo a la muerte. Quiero que la vida me de la oportunidad de morir consciente, sentir esa transición en dónde no vuelva a sentir dolor.

Hoy me comprometo a llevar un mensaje de consuelo a otro padre que sufre, hoy me comprometo a mantener tu memoria viva y de amar intensamente a todos los que me rodean.

 Te amo hija

Nathalie siempre viva en mi corazón