Palabras de Sandra Ibarra a su hija Samantha.
A ti mi amor…
Es posible que tuviera tal vez 11 o 12 años cuando escribí una frase que marcaría después de muchos años mi vida por completo:
“Pobre de aquel infeliz, que no invite su alma a volar, pues su destino será agonizar y sin remedio fallecer, fallecer en cuerpo alma y espíritu”
Mi hija me enseño que era posible fallecer. Ella fue libre y sin saberlo saco a volar su alma, cuerpo y espíritu, aun cuando nadie lo esperara. No, no voy a fingir que no duele, saber que no fue suficiente, saber que por más que lo intente, no pueda evitar que acabo. (frase de una canción).
Seguramente si es verdad, que en vida, mi niña si fue infeliz; que no vio o vivió algo que la aferrara, que la atrajera, que le gustara o hiciera feliz.
Hoy con sus cenizas en mis manos, deseo y espero que allá a donde estes recibas mi amor y calor suficiente para saber que te sigo y seguiré amando hasta mi último respiro.
Decido ser fuerte, no para no llorar, no para no derrumbarme sino para llevar esta situación con dignidad. No me habitas con dolor, no deseo hacerte mi victimaria y ser victima de nada. Mi amor esta intacto y no permito que ningún sentimiento negativo me invada por que tú estas en mí.
Ahora pienso, en cómo puedo hacer para ser digna de que me habites…compraré la ropa, zapatos o lo que sea, que vea y que imagine que te gusta… para usarlo en tu nombre.
Trataré de vivir las experiencias, que sé que no pudiste o no alcanzaste a vivir, porque creo firmemente en que puede ser cierto que solo muere quien es olvidado y eso nunca pasara.
Nos volveremos a encontrar amor, no tengo dudas. La vida o la muerte lo harán posible.
Con todo mi amor
Sandra.